I want my canalillo back!

Todos los hombres, todos todos todos, homos, heteros, bis, trans y los que exista, les traen locas las lolas de las mujeres (o de los trans, claro). A algunos les pone cachondos, a otros les provoca admiración, a otros ternura... Sea como fuere, los pechos son dignos de admiración por el género masculino. Y qué decir de esos canalillos (algunos son más canalones-ríos que otra cosa, pero bueno), que cuando llega el calor vais todos locos con los escotes. Como dice un tipo con la nariz muy grande que vive en mi casa, "ja ha arribat l'estiu, pits i cuixes!!!!".

Y no os penséis que a nosotras no nos llaman la atención. Es toda una experiencia tocar unas tetacas operadas. Ahí lo dejo.

Te preguntarás a cuento de qué viene esta oda a la teta, pues bien, en los yueséi -cómo no- una mujer de 40 años se ha operado las tetas. Hasta aquí, todo normal. Tenía unos implantes estupendos pero se los quería arreglar. Perfecto. Viva la cirujía.

Ahora bien, despertarte y ver que te han unido las tetas y que ya no tendrás nunca jamás canalillo no es una alegría, y que de regalo el cirujano te ha operado los párpados y ya no podrás cerrar los ojos (imaginad l'aclucadeta d'ulls de la Esteban... lo sé, yo también tengo ganas de vomitar).

Ante este hecho, solo quiero decir una cosa. Titi, eres tontaca, ¿de dónde lo sacaste? ¿de las páginas amarillas? Ahora la jamelga se queja de que no miró sus credenciales. Definitivamente, TIRAN MÁS DOS TETAS QUE DOS CARRETAS. Haber mirado quien era, petardaca.

Y para que sirva de ejemplo, la señora (Dinora Rodríguez) se ha convertido en la imagen publicitaria de una campaña de seguridad lanzada por la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos. Juzguen ustedes mismos.

Albopictus, esta va pa ti!