En este mundo tan rápido, internetil, globalizado y bla bla bla en que vivimos ha nacido una nueva adicción, la del correo electrónico. Según America Online, los yankies -¿quién sinó?- lo miran cinco veces al día, incluso el 41% dice que lo mira antes de desayunar, nada más levantarse. Les puedo sugerir algunas ideas para dedicar ese tiempo... no sé... ¿dormir? Anda que me iba a levantar yo 10 minutos antes por mirar el correo, que se espere en la oficina...
Este estudio es de campeonato: uno de cada cuatro dice que no podría estar sin e-mail más de tres días. Entonces, ¿qué hacen durante las vacaciones? o mejor, ¿tienen vacaciones? porque precisamente la gracia de estar rascándote el ombligo es que nadie te puede pedir un informe por e-mail, por ejemplo.
Y ahora empieza lo bueno. ¿Desde dónde miras tú el correo? Yo desde el despacho, que para eso le he dedicado una habitación a mis libros y mi mac, o en el sofá, si es con el portátil. Pero ¿en la cama? dios, en la cama se hacen otras cosas... Pues aunque parezca inverosímil, el 23% de los yankis lee el mail en la cama, y el 12% en clase. To-ma-ya. Pedazo de educación. El informe sigue con lugares tan estrambóticos como ¿la iglesia? ¿el lavabo?
Pero lo mejor de todo, para mí, es la falta de intimidad. Mi correo es mío, no de mi pareja, ni de mi marido, ni de mis hijos, ni de mis nietos, ni de mis padres, ni de nadie más. Mío. Lo que se dice propiedad privada pura y dura. En él almaceno cosas que sólo a mí me importan. Por eso flipo en colores cuando leo que una cuarta parte de los entrevistados comparte cuenta de correo con familiares, amigos o ¿compañeros de piso? ¿La gente está loca? Así luego todo se sabe, catetos!
Ale, feliz correo!
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